Posteriormente, ya en educación media superior, fue la misma dinámica, primero el temor a lo desconocido y después la total identificación; algo que ha sido primordial para adecuar el trabajo con los grupos es hacer un diagnóstico de ellos y tratar de adecuar las actividades del programa a sus necesidades, de tal manera que nunca he trabajado con el mismo plan de trabajo aunque me tocara consecutivamente el mismo grado por lo que concuerdo con Miguel Ángel Santos Guerra en el texto “Concepción del profesor” en que cada escuela, cada aula y cada experiencia son particulares, dinámicas e irrepetibles. En mi caso, lo que es común, es que en la escuela los orientadores tenemos un banco de materiales que compartimos y vamos acrecentando y actualizando con libros, películas, artículos de periódicos y revistas, material psicopedagógico, guías de carreras, guías de preparación para exámenes, ejercicios, canciones, etc.
Algo que me quedó muy presente del texto de José Manuel Esteve es que quien se dedica a ser profesor debe ser un docente de humanidad: crear inquietud en los alumnos, tener la capacidad de ver si un contenido tiene valor para ellos y como llevarlos a que lo relacionen con su situación y le encuentren sentido. En la Orientación trabajamos programas grupales con contenidos que se dirigen a todos y he buscado siempre llamar su atención añalizando situaciones: mediante películas, lecturas, datos estadísticos, ejemplos de ex alumnos, etc.; y posteriormente vamos a la parte práctica: a que lo apliquen o lo proyecten en su situación particular como estudiantes, les doy seguimiento involucrando cuando es conveniente a los padres de familia. Propicio que reflexionen y siempre hagan un ejercicio escrito sobre qué aprendieron y coevaluamos. Es este proceso identifico quienes presentan dificultades y dedico tiempo a trabajar individualmente con ellos. Para mí es importante que todos le encuentren sentido a lo que trabajamos en orientación porque la idea es que lo vayan aplicando a su vida como estudiantes adolescentes.
De las dificultades que numera Esteve, me preocupa una en especial, la que se refiere a las formas de conseguir disciplina: en mi escuela hemos visto que la actitud de desafío y soberbia de los alumnos es cada vez más común y está es apoyada por los padres, por lo que en lo particular no veo a los chicos como enemigos, pero si trato de ser muy prudente en comentarios que pudieran ser no muy bien recibidos o aceptados como sugerir que tal chica tiene inclinaciones lésbicas o es anoréxica, o que x chico robó algo o consume droga, etc., aunque la intención es prevenir o canalizar y rescatar a los alumnos, sus padres se sienten ofendidos e inmediatamente amedrentan con iniciar acciones legales.
Claro que no por eso evito este tipo de situaciones, sino que soy muy analítica de cada caso para ver cómo puedo abordarlo para tener la colaboración del padre de familia, y si veo que no voy a obtener una buena respuesta mejor diseño la estrategia de intervención sólo con el alumno hasta donde lo permite, por fortuna el equipo directivo siempre está al tanto me ha apoyado y asesorado.
Finalmente, me he dado cuenta que lo que hago para combatir el malestar docente es tener una actitud abierta al cambio y a cada situación, trato de hacer de la mejor manera lo que me corresponde y si algo me causa angustia porque es nuevo o no lo sé hacer, pes lo investigo, como ahora que estoy armando el plan de Seguimiento y Evaluación institucional.