Mi decisión de ser docente tiene fuerte influencia familiar, al terminar la secundaria no sabía qué estudiar aún, no tuve ninguna orientación vocacional -al menos no lo recuerdo- así que pensé en continuar en el área del taller que llevaba en este nivel e iniciar una ingeniería en el IPN, sólo que no fui aceptada. Situación que mis padres recibieron con mucho agrado ya que aunque respetaban mi decisión preferían que ingresara a la Escuela Normal y me dedicara a la docencia al igual que mis dos hermanas mayores y mi tío. Me agradó la idea de ingresar a la Preparatoria Anexa a la Normal ya que podría hacer el bachillerato y decidir mientras tanto qué y en dónde continuar mis estudios. Mientras tanto estaba rodeada del ambiente de la docencia solo que yo no quería ser profesora de primaria como mis familiares y me agradaba el trabajo que realizaba mi orientadora de la preparatoria quien al hacer mi valoración vocacional me ubicó en el área de las ciencias sociales y humanidades y de manera más específica en la psicología, y para mi buena suerte fui aceptada en la nueva Licenciatura que se iniciaría en la misma normal: Psicología Educativa y en la UNAM en Psicología Experimental. No sabía por cual decidirme así que por un mes estuve asistiendo a las dos escuelas valorando pros y contras y finalmente decidí que lo mío era la docencia y continué en la Normal.
El Plan de Estudios de mí carrera buscaba formar a docentes orientadores en educación secundaria así que al egresar en 1992 me dieron mi plaza de orientador de secundaria, nivel en el que trabajé por tres años y que me gustó mucho, la verdad es que me divertía trabajar y convivir con los chicos, tengo recuerdos muy gratos de esta etapa. No obstante, sentía que mis compañeros maestros estaban como estancados y herméticos y yo no quería ser como ellos, tenía en mente seguir preparándome y avanzar en mi profesión; así que aunque me agradaban mis alumnos, en 1995 acepté la invitación para trabajar en una preparatoria que me quedaba muy cerca de mi casa. Fue así como inicié mi trayectoria como orientadora en el nivel medio superior.
Ser docente en este nivel implica el trabajar con alumnos que atraviesan por una etapa complicada y con limitantes económicos por lo general, con grupos muy numerosos y con deficiencias de infraestructura y de recursos materiales en nuestras instituciones. Ser orientadora de adolescentes requiere de apertura, de paciencia, de dedicación, de determinación y tacto.. Tienes que buscar que los alumnos se ubiquen adecuadamente y tomen buenas decisiones en ocasiones confrontándolos con su realidad familiar y cultural, lo que complica nuestra labor e incluso legalmente. Tenemos que ser sistemáticos en los contenidos que abordamos en los seis semestres para lograr que los alumnos le encuentren sentido a este apoyo y buscar los espacios para trabajar con ellos sin llegar a agobiarlos o alejarlos. Tenemos que estar en constante comunicación con los docentes para detectar a los alumnos en situación de riesgo y trabajar específicamente con ellos, además de ofrecer apoyo y dar sugerencias a los docentes con quienes se presenten dificultades de aprovechamiento, de reprobación e incluso de actitudes inadecuadas.
Creo que dedicarse a esto, te exige estar siempre actualizada, el enfoque de aprendizaje que imperaba cuando inicié a trabajar ha tenido transformaciones y ello me ha obligado a siempre estar estudiando, asistir a cursos, a leer, a aprender de los jóvenes.
La profesión de docente es muy gratificante -ahora entiendo porqué mis papás querían que me dedicara a esto- me permite compaginar bien mi vida profesional con mi vida familiar y, en cuestión de salario, al menos en mi subsistema, no nos podemos quejar. He aprovechado muchas de las prestaciones que el Gobierno del Estado de México nos ofrece a los docentes: año sabático, ausencia para realizar estudios de posgrado con goce de sueldo, becas, carrera docente, etc. Estoy muy agradecida con esta profesión porque me ha permitido mantenerme vigente y con una actitud joven y abierta.
Lo que me decepciona de nuestro subsistema es la forma en que nos hacen llegar los cambios, no son graduales y de transición lógica, son drásticos. En agosto de 2008 cuando implementaron la Reforma nos avisaron una semana antes de iniciar clases, comenzamos y no había programas hasta una semana después. Igualmente es causa de insatisfacción el burocratismo que envuelve a nuestra profesión, que muchas de las veces se antepone al avance programático. Y los logros de los alumnos y docentes en otros ámbitos y a niveles nacional e internacional, a pesar de las dificultades materiales que tenemos, no son valorados como debería por nuestras autoridades educativas y mucho menos apoyadas. En este mismo sentido, es muy triste ver como en ocasiones todos tus esfuerzos como docente no tuvieron efecto ante la necedad de algunos alumnos y sus padres. Como orientadora quisiera que las estrategias que implementamos fueran bien recibidas por alumnos, padres de familia y docentes, pero no siempre es así. De modo que, como orientadores, siempre tenemos que estar buscando alternativas.
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